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Los Yébenes, primavera de 2023

Esta observación es una de la que no me siento especialmente orgulloso, porque después de tantos años parece que la ha escrito alguien que lleva muy poco tiempo observando. Sin embargo, la misma me sirve para evaluar, como leeréis a continuación, un aspecto crucial de un tema en el que me he metido de cabeza…

Crónica de observación del catálogo Messier. Lunes 17 de abril de 2023. Los Yébenes (Toledo).

Después de varios días pensando en salir al campo para probar la montura, la cual me estaba dando bastantes problemas para alinear el goto y que funcione adecuadamente, nuestro compañero del grupo de observación Lorenzo propuso, aprovechando que tenía disponible estos días antes de la Luna nueva, salir al campo a observar. Esta Luna nueva me cuadra perfectamente con el descanso laboral, con lo que así mataba dos pájaros de un tiro. En primer lugar, podría poner en práctica los consejos y recomendaciones aprendidas estos días para poner en correcto funcionamiento el goto de la montura y en segundo lugar aprovechar para salir a observar, ya que hace muchos meses que no podía salir al campo, debido a motivos personales. Para más información, la montura es una AZ-EQ6 Pro, Synscan v. 4. Mi equipo, el habitual de los últimos años.

La salida fue, por mi parte, totalmente improvisada. No llevo ninguna lista de objetos preparada ex-profeso, ni la tenía. Es una de las muchas cosas pendientes que tengo: elaborar listas por meses de mis objetivos (como el H400), aunque de camino al sitio observación pensé que podía aprovechar y buscar los objetos de la lista de observación que le propuse a parte de los alumnos de un curso que he montado en mi asociación. Sería una oportunidad para ver si el objetivo estaba acorde al nivel, y si se podría hacer en una noche con medios modestos (aunque les exijo mucho más que la mera observación de los objetos).

Siempre que salgo a observar, una de las cosas que más me gustan es el camino de ida. Me encanta conducir, al atardecer, pensando en cómo se desarrollará la noche, y llegar al sitio de observación al anochecer; viendo cómo cambiar el cielo desde que el Sol está poniéndose, ofreciendo su espectáculo con las nubes y sus tonos dorados, naranjas y otros posibles fenómenos que a veces le acompañan, hasta llegar al sitio de observación con el Sol, ya bajo el horizonte muchas veces, y el cambio de los colores del cielo cada vez a un monocromático azul grisáceo profundo, que inunda todo para mostrarnos el tesoro que oculta el día.

En el sitio de observación estaba ya Lorenzo, el promotor de la salida, que llegó poco antes que yo. Aproveché el crepúsculo para charlar con él, montar y trastear la montura, con la cual haría un doble experimento: primero, probar lo aprendido para el goto, y probar a usarla en altacimutal, cosa que no había hecho nunca.

También aproveché para cenar y antes de que llegara nuestro tercer compañero, Pablo, puse la montura en estación y la alineé siguiendo el método que recomienda el manual. Me sorprendió muchísimo que funcionara todo perfectamente y a la primera. Aunque no hice una puesta en estación perfecta, dejó todos los objetos que requirió durante el proceso en el centro o muy próximos. Para probar si funcionaba correctamente, hice un par de búsquedas por la zona que empleé para alinear. Primero busqué las Pléyades (había usado Venus para alinear y quedaba, por tanto, en su entorno), dejándolas casi, casi, centradas. Siguiendo las pruebas de búsqueda, introduje M 42 en el mando. No le presté mucha atención; con el ocular que estaba usando en ese momento, mi querido Nagler 22 T4, se veían bastantes detalles de la nebulosidad, aunque no me entretuve en observarla con detenimiento, ni con ayuda de filtros. Si no recuerdo mal, Loren echó un vistazo, pero como digo, estaba haciendo pruebas, pues el objetivo de la noche sería comprobar que el programa de objetivos era factible y no me colaba con lo que le propuse a mis alumnos.

Para empezar, busqué primero uno de los objetos Messier más absurdos que existen, M 40. Es una estrella doble, en el mismo campo aparecen varios pares de estrellas y no le presto la mayor importancia. Realmente este objeto es una flipada de Messier, pero está en el objetivo del mes y no quedaba otra que tenerlo. Tras unos minutos analizando el campo, me dispuse a buscar el siguiente objeto.

El siguiente objeto de la lista es el numerado como 108 en el catálogo de Messier. Esta galaxia, con el N22T4 se observa en el mismo campo y separado por dos estrellas de similar magnitud y color que forman una línea, como si fuera la red que separa dos jugadores de tenis, M 97, o un rombo cuya diagonal menor fueran estas estrellas y la diagonal mayor ambos objetos. Me resulta muy curioso esta visión, nunca había pensado en los dos jugadores de tenis, pero es muy sugerente verlo así. Con estos aumentos distingo la tiene forma ovalada y me da la sensación de algo más brillante en el núcleo, pero no sé si aún no estaba completamente adaptado a la oscuridad, o porque no había oscuridad suficiente y no permitía distinguir ningún detalle más. En M 97, en principio, con estos aumentos distingo un círculo, un parchecito brillante en el cielo, y me da la sensación de mostrar algo de irregularidad en su superficie, aunque no tengo los aumentos suficientes para tener más contraste y diferenciar más detalles. Paso a observarlos con el Ethos de 13 mm, con el que sigo teniendo los objetos dentro del mismo campo. En la galaxia, no veo claramente el núcleo, aunque no me parece ver ninguna estructura en el disco, sino irregularidades en la superficie del mismo, pero no consigo ver más detalles. Ya que está en el mismo campo y sin cambiar de ocular me centro en observar M 97. Tengo la sensación de no tener la suficiente adaptación y la vista castigada por algún motivo que no quiero pensar, pero con visión lateral las irregularidades de la superficie se tornan, con menor dificultad, en los ojos del búho; aunque no lo veo claramente, sí es cierto que se ve más clara la irregularidad de brillo de la superficie de lo que observaba con el N22T4.

A estas alturas de la noche, los objetos que restan en la zona de la Osa Mayor, prácticamente en el cénit y en una posición absolutamente indecente para observar, intentaré dedicarles el mayor tiempo posible antes de sufrir una rotura de columna.

Continuo con M 109, sin cambiar de ocular (quedó el E13 fijo el resto de la noche) observo una galaxia ovalada bastante brillante, a la izquierda del vértice de un trapecio formado por cuatro estrellas cuyas componentes más brillantes están casi en línea con la galaxia. Identifico fácilmente el núcleo de la galaxia, bastante brillante, comparado con el resto del disco. Sé que es una espiral barrada pero no llego a distinguir en estos momentos ninguna estructura, aunque me da la sensación de ver algo de diferencia de brillo en el disco y no la clásica degradación. Por ello, no doy por resuelta ninguna estructura.

El siguiente objeto de lista es M 106, una galaxia bastante brillante en Canes Venatici. Identifico claramente el núcleo y el disco de la galaxia, pareciendo ver diferentes zonas de brillo, aunque como dije antes, no estaba completamente adaptado a la oscuridad y la postura incomodísima de observación me impedía observar relajadamente, y no era capaz de ver sacar detalles en algún sitio.

Sí amigos, sacad los látigos y fustigadme, pero no me quedó más remedio que usar el teléfono y el iPad durante toda la noche, puesto que aún no me he comprado una maldita linterna de observación como llevo AÑOS pregonando. Esta limitación en mis observaciones me está perjudicando, lo tengo muy en cuenta para evitarlo en la próxima ocasión. (Nota, mi cumpleaños se acerca ;-D).

Saltándome el guión de observación, se me cruzó por la mente observar la cadena de Markarian. Tras una rápida búsqueda en SkySafari, introduzco en el mando M 86, y en unos instantes el telescopio apunta a esta galaxia, dejándola centrada y junto a ella aparece M 84, muy parecida, ocupan casi todo el campo. Recordando que es una observación totalmente improvisada, me moví por el campo y solo pude ver un par de galaxias más, las más brillantes, aunque no hice lo que debería: un esquema de lo que veía para comparar después con tranquilidad lo mostrado en cartas y fotografías. Puesto que este objeto hay que disfrutarlo con una apertura decente, no me quedé con las ganas, puesto que Pablo también apuntaba al mismo lugar, y la visión fue totalmente abrumadora, pues de un primer vistazo se ven fácilmente siete galaxias de diferente aspecto y brillo, y con visión lateral subimos a nueve o diez, y todo esto con un vistazo rápido. Y no quise mover el telescopio, pues me hubiera quedado toda la noche vagando por la región, saltando de galaxia en galaxia.

Después de esta pequeña pausa en mi plan, vuelvo a los objetos programados, objetivo improvisado de la noche.

La siguiente parada es M 95 y M 96, ambas galaxias quedan justo en el mismo campo con el E13. Muestran un aspecto soberbio, núcleo definido, discos de buen tamaño, irregularidad de su superficie… qué se puede decir de ellos, como no podía ser de otra manera. Me quedo embobado moviendo el telescopio, con los siguientes objetos a pocos grados.

Muy próximo a ambas galaxias se encuentra M 105. Quedan casi en el mismo campo M 105 y M 96. Junto a M 105 se encuentra otra galaxia casi tan brillante como ella NGC 3371 (o 3382, son el mismo objeto, resulta que es una de esas entradas duplicadas del catálogo NGC). Igualmente, la visión de ambas es espectacular, y formando un triángulo, se ubica en el vértice NGC 3373. Este triplete es llamativo y seguramente en un telescopio mayor será una gozada (y más si pienso en la cantidad de galaxias que aparecerían por los alrededores…) pero en mi 8 cm aparece muy débil y no llego a apreciar nada más, aunque seguramente, si le hubiera dedicado el tiempo necesario, habría conseguido sacar algún detalle. Aun así, no era el objetivo de la noche.

Por último, de los objetivos de la noche que tenía planificados para mis alumnos, estaban M 65 y 66, el famoso triplete de Leo.

La observación de estas galaxias, que forman los ojos de la “cara” junto con NGC 3628 (la boca) es la típica imagen 1000 veces vista por todos. No pierdo tiempo en dar una descripción. La visión de esta es la esperada en una noche decente con esta apertura. Intento buscar sin éxito las cejas, aunque sí veo algo, me da la sensación con visión lateral y no todo el tiempo, un borroncito, que se corresponde a IC 2708.

Terminado el programa previsto, y entre charla y charla, me dispongo a buscar varios objetos más, aprovechando que tenemos mucho tiempo por delante.Si no me equivoco, son aproximadamente las 2:00 de la mañana.

A pesar del frío, que no terminaba de hacer mella, pero me incomodaba bastante, resistí sin meterme en el coche y me puse manos a la obra. Teniendo la constelación de Corvus a tiro, intenté un objeto que acabábamos de observar poco antes, las famosas antenas. Si bien la visión en el 40 cm era evidente, diferenciando claramente los dos núcleos, siendo uno de ellos algo más débil, y esa forma de C que parece más bien una palmerita crujiente de hojaldre. Me sorprende ver en mi 8 cm, más bien debido a mi estupidez, que soy capaz de distinguir esa forma de C. Sin llegar a visualizarla como dicha palmerita, observo la componente más ancha como un engrosamiento de la C, y los núcleos y algunas zonas grumosas.

Aprovecho la proximidad para buscar M 68, el primer cúmulo globular de la noche, en la vecina constelación de Hydra. La visión del globular es un punto algodonoso, la clásica visión de éstos, y resuelvo alguna estrella brillante, pero no pasan de ser tres o cuatro y no consigo resolver más detalle del cúmulo, solo lo típico: un poco más concentrado en su centro y algo más difuso hacia el exterior; sin embargo no deja de tener ese encanto que tienen los cúmulos globulares.

Y hablando de cúmulos globulares, ya que Scorpius levantaba en el cielo, dirigí el telescopio a M 4. La imagen de este cúmulo, debido a su gran brillo, me resulta más satisfactoria. Es evidente la estructura básica del cúmulo, siendo llamativa la gran extensión del mismo y viendo numerosas estrellas puntuales, disfruto con su visión.

Después de una pausa de observación, aprovechada en otra charla animada sobre equipos, objetos, etc., miro a mi telescopio para iniciar un nuevo periodo de observación, aunque no tenía muy claro qué objeto podría ver. Se estaba posicionando Sagitarius y levantaba la Vía Láctea al E. El SQM indicaba 21.3- 21.4, bastante razonable para el lugar. Como marcaba la predicción, empezaban a parecer nubes. Primero por la zona oeste y norte y por la zona sureste también vimos algunas, que ocultaban el horizonte hasta pocos grados, y lo que parecían algunas nubes altas también amenazaban con entorpecer la observación, aunque aún nos quedaban por delante tres buenas horas si todo fuera bien.

Para mí, esta mirada al telescopio resultó fatal, pues vi cómo de repente el led de la montura pasó de rojo continuo a rojo parpadeante.

Mal asunto. Eso significaba que la batería se había quedado completamente vacía y fue una desagradable sorpresa, puesto que las veces anteriores que la había usado, aguantó perfectamente unas siete horas de observación, sin llegar a agotarse completamente. En esta ocasión no fue así, y cuando pulsaba el botón de encendido ni siquiera parpadeaba el indicador de carga, con lo cual tuve que dar por finalizada mi noche de observación.

El resto de compañeros, todavía con ánimo y ganas, habían aprovechado bastante su noche, pero ante la previsión del atasco matutino para volver a Madrid, y las nubes, decidimos recoger. Tras otro buen rato de charla durante la recogida, nos montamos en nuestros coches e iniciamos la vuelta. El reloj marcaba las 4:40 de la mañana y 1° de temperatura. Estaba asustado porque no sabía si iba a ser capaz de arrancar, tengo la batería en mal estado y como de momento me permite arrancar no la he cambiado, pero temo que cualquier día me deje tirado y hoy casi es ese día. Casi.

Aún quedaba hora y media de carretera por delante, aunque no estaba muy cansado, no tenía sueño como otras veces, lo cual me alegra puesto que no quiero un susto al volante. A pesar del tráfico intenso de la mañana, no sufrí ningún atasco. Llegué a casa a la hora en la que el día anterior salía del trabajo, recogí todos los bártulos, subí a casa, y tras una ducha reconfortante, me eché a dormir sin dejar de pensar en el buen rato de observación, aunque algo manida por los objetos vistos, pero pensando en cuándo será la próxima vez que pueda salir a disfrutar de una noche en el campo.